EL TIBURÓN Y EL PEZ CHICO
El espectáculo de estos días ha puesto de relieve la diferencia que hay en la política chilena entre ser un tiburón y un pez chico.
Por Hermógenes Pérez de Arce
Rodrigo Peñailillo, joven y desconocido ingeniero comercial del sur, había emitido boletas por 16 millones de pesos a la empresa de Giorgio Martelli, en 2012, para ir trabajando y financiando la precampaña de Michelle Bachelet. Ella no había dado el “sí”, pero “alguien” les había dicho a ellos que lo daría. Martelli obtenía recursos de SQM, controlada por el yerno de Pinochet, para aquellos fines, porque muchas veces los polos opuestos se atraen. Todo esto de las boletas y facturas era secreto, pero salió al aire, lo que nadie había previsto. En su inexperiencia como pez chico, el devenido Ministro del Interior, Peñailillo, en lugar de manipular los medios, que es como debe hacerse en ese alto cargo, trató de justificar sus boletas mostrando trabajos de asesoría torpemente confeccionados, que todo el mundo sabía que no eran realmente necesarios para la empresa de Martelli, y eso lo convirtió en víctima propiciatoria de los medios y hasta de los dirigentes de su propio sector, como Osvaldo Andrade, que se ensañaron con su figura. El pez chico se había metido en una pelea de peces grandes y, por eso, en la noche del miércoles su jefa lo arrojó al mar (no sin ella emocionarse un poco al hacerlo, ante don Francisco). Y, por añadidura, la encuesta CEP lo mostró cayendo catorce puntos en la aprobación popular, de modo que ya no le quedaba más remedio que volver a las profundidades oceánicas.
A su turno un pez muy grande, Sebastián Piñera, hacía peores cosas y quedaba tan orondo. En efecto, se reveló que había cobrado a SQM, a través de sus empresas Bancard y Bancorp, facturas “ideológicamente falsas” que, según la publicación que se consulte, oscilan entre 318 y 340 millones de pesos (es decir, veinte veces más que las boletas de Peñailillo) para financiar su campaña de 2010 y no había presentado informe ni documentación alguna para justificarlas.
Pero los principales diarios ni siquiera publicaban el hecho. Cuando el periodista Matías del Río lo reveló, no sin heroísmo, y confirmó que los dineros obtenidos de SQM habían sido utilizados por Piñera para enriquecerse más y aprovechar de pagar el bono de desempeño que debía al o a los directivos (de Aguirre y Conca) de otra empresa suya, Chilevisión, nadie dijo nada… nadie dijo nada… Ningún medio se ensañó con él como lo habían hecho con el pez chico. Pues la primera ley de los medios es “no te metas con los peces grandes”. Y cuando don Francisco, también con su cuota de heroísmo, a su turno, le enrostró al mismo Piñera su impresentable “pasada”, éste se fue rápidamente por la tangente y les echó la culpa a sus subordinados.
Y el principal diario, que había hasta editorializado fulminando moralmente la falta de fundamento de las boletas de $16 millones del pez chico Peñailillo, esta vez no opinó nada y publicó por una y sólo una vez la “pasada” de 318 a 340 millones de Piñera extraídos de SQM y empleados después para pagar a ejecutivos de Chilevisión, y asunto terminado y olvidado.
Así como, según dije, la batahola de los medios con las boletas de Peñailillo hizo caer a éste 14 puntos en la encuesta CEP, el silencio de los mismos medios y del propio Piñera le permitió a éste remontar 4 puntos en la encuesta CEP, y situarse entre los presidenciables junto con Isabel Allende, Ricardo Lagos, ME-O y Ossandón.
Y cuando el gerente de finanzas de SQM declaró que nada sabía de asesorías de Bancard o Bancorp, nadie le hizo caso, porque todos estaban preocupados de invalidar los informes de Peñailillo. Al pez chico no se le perdona ninguna inexactitud. Al tiburón se le dejan pasar todas, entre ellas la de decirle a don Francisco que había terminado su gobierno con 50 por ciento de aprobación, en circunstancias que la CEP lo muestra con 34 por ciento en sept.-oct. de 2013, aunque los gráficos publicados hagan un honorable esfuerzo por atribuirle a él el 50 por ciento de Bachelet en junio-julio de 2014.
Y como los medios mandan, también se presenta con caracteres delictuales y de escándalo el uso de gastos reservados por el Comandante en Jefe del Ejército Augusto Pinochet entre 1990 y 1998 por US$ 779.417 dólares al año y a página entera se informa de diferentes militares que lo secundaron en la Casa Militar, condenados por haberle hecho los depósitos en su cuenta personal. Es que Pinochet es ya hoy un “pez chico”, y nadie lo defiende.
Los Presidentes de la Concertación, poderosos tiburones, acarreaban en sobres con billetes de gastos reservados, más de tres millones de dólares anuales, como quedó ampliamente documentado hace doce años, pero no fueron procesados, porque el Director de Impuestos Internos de la época declaró que tales gastos eran “no investigables”. Pero hoy han pasado a serlo, sólo para el chivo expiatorio favorito de los políticos, Augusto Pinochet, nuevamente sacrificado a página entera en los periódicos. Y siete altos oficiales (r) son condenados a penas remitidas por depósitos de gastos reservados de LA CUARTA PARTE de los que los “gobernantes democráticos” de 1990 hasta 2003 sustraían impunemente por ser, en su caso, “no investigables”. Todo con la amplia complicidad de los mismos medios que han capturado en sus redes al pez chico y dejado pasar por un enorme forado al tiburón que presentó facturas falsas por veinte veces las boletas de aquél.
“Esta es la justicia de los hombres”, como le dijera un ministro sumariante de izquierda al general Mena, junto con condenarlo por un doble crimen que no había cometido. Es justo que ahora un pez chico de izquierda como Peñailillo pruebe algo de esa misma medicina que los tiburones siempre se arreglan para no tener que probar.
El Tiburón y el Pez Chico.
Es que Piñera , es un maleante con oficio y experiencia poh…Y los otros tiburones…Uff
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Es que Piñera , es un maleante con oficio y experiencia poh…Y los otros tiburones…Uff
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