Chile se parece al país de “1984” de Orwell. Cuando en aquél el gobernante totalitario, se veía en algún apuro de imagen, concitaba a la ciudadanía a “un minuto de odio”
La ciudadanía está acostumbrada a sus manejos ‘truchos’, por lo tanto, no habrá efectos sobre su imagen. Es sólo ‘una más’ en su trayectoria, afirman, y por eso no ha sido golpeado
En un país, conocedora de su prójimo, declara en un 87% desconfiar de él, y con toda razón, porque las mayores probabilidades son de que a uno ese prójimo esté tratando de sustraerle ilícitamente algo.
En ese ambiente degradado, la máxima representante del poder político podía darse el lujo de decir cosas inverosímiles, que, naturalmente, levantaban oleadas de aplausos
La crisis de corrupción que vive el país no se va a arreglar cambiando las instituciones, porque las responsables no son éstas, sino las personas, que son quienes deben ser cambiadas.