Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Cuando una persona comienza a investigar acerca de las estadísticas, implicancias y consecuencias que tiene en la vida de millones de niñas y mujeres el denominado “matrimonio infantil y forzado”, la información acumulada resulta ser más que abrumadora y entrega la impresión que esa realidad estuviera ocurriendo en otro planeta –o en un universo paralelo–, pero no en el nuestro.
Sin embargo, la dura realidad dice una cosa muy distinta y termina impactando de manera brutal a nuestra conciencia, por cuanto, de acuerdo con los últimos estudios y registros que entregan tanto UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) como así también la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la organización no gubernamental Save The Children alrededor de “12 millones de niñas son forzadas cada año a casarse”, de las cuales,el “23% ocurre en Latinoamérica”, donde una de cada seis niñas tiene menos de 15 años, en tanto que una de cada cinco niñas está en riesgo de un matrimonio infantil forzado.
A fin de poder comprender de mejor forma esta anómala realidad que afecta a millones de niñas, aclaremos que el “matrimonio infantil” es todo aquel en el cual al menos una de las partes tiene menos de 18 años, en tanto que el “matrimonio forzado” es aquel en que una o ambas partes no han expresado de manera voluntaria su pleno y libre consentimiento a la unión. En este contexto, el matrimonio infantil es considerado una forma de matrimonio forzado, dado que una de las partes –o ambas– no han otorgado su consentimiento pleno, libre e informado.
En este sentido, el matrimonio infantil forzado, además de representar una violación a los derechos humanos, implica una práctica que afecta, principalmente y de manera desproporcionada, a las niñas y mujeres de todo el mundo, coartándoles su derecho a vivir sus vidas libres de toda forma de violencia o sometimiento.
A lo anterior se agrega una serie de otras graves consecuencias, por cuanto, el matrimonio infantil forzado: (a) amenaza la vida y el futuro de las niñas y mujeres de todo el mundo, (b) las priva de la capacidad de tomar decisiones por cuenta propia, (c) interrumpe abruptamente su niñez y educación, (d) las hace más vulnerables al abuso, la discriminación y la violencia, y (e) les impide totalmente su participación en el ámbito de la vida social, económica y política.
Consignemos, asimismo, que el matrimonio infantil suele ir acompañado de embarazos no deseados, de partos prematuros y frecuentes, es decir, una condición que incrementa las tasas de morbilidad, enfermedades de distinta índole y mortalidad materna en este grupo de mujeres, que son superiores a la media.
Si tomamos en cuenta lo que sucede en todo el mundo, muy pronto salen a la luz cifras que no dejan de sorprender: más de 650 millones de mujeres vivas, hoy en día, se casaron o se emparejaron cuando eran niñas. Otro dato: en los países menos desarrollados el 12% de las niñas fueron obligadas a casarse antes de los 15 años, una práctica que está especialmente extendida en aquellas naciones que están afectadas por distintos tipos de conflictos –ya sean de tipo bélicos, religiosos, sociales, económicos–, así como en entornos humanitarios vulnerables: con mucha pobreza, cambio climático, condiciones de subdesarrollo, etc.
De acuerdo con datos de la UNICEF, en la última década se han evitado alrededor de 25 millones de matrimonios infantiles en todo el mundo como consecuencia del incremento en la tasa de educación de las niñas, un mayor nivel de inversión pública en las adolescentes y el aumento de la conciencia pública acerca de los grandes perjuicios del matrimonio infantil.
Sin embargo –y a pesar de todos estos esfuerzos conjuntos– la tasa de prevalencia del matrimonio infantil y forzado continúa siendo muy alta en diversas regiones del planeta, cual es el caso, por ejemplo, de: África Subsahariana, Asia Meridional, Asia Oriental y el Pacífico, América Latina y El Caribe, Oriente Medio y África del Norte.
De acuerdo con las proyecciones de UNICEF, de no acelerar los procesos para acabar con estas prácticas en todo el mundo, para el año 2030 se calcula que más de 120 millones de niñas se casarán antes de haber cumplido los 18 años. Lo anterior, no obstante que en el año 2015, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución que califica el “matrimonio infantil y forzado como una violación de los derechos humanos”.
Para graficar de mejor forma esta tragedia humana, resulta útil entregar algunas cifras: el 45% de los matrimonios infantiles ocurre en Asia, el 33% en África Occidental y Central y el 23% en América Latina, en tanto que un tercio del total mundial se concentra en la India.
Ahora bien, cuando uno analiza los factores que agravan el problema de los matrimonios infantiles forzados, nos encontramos con las siguientes causas: el aumento de la pobreza, los conflictos armados, las crisis climáticas. Las sequías y las inundaciones, por ejemplo, reducen los ingresos de las familias y conducen a un aumento de los matrimonios infantiles. A raíz de lo anterior, en tiempos de crisis, las familias priorizan casar a las niñas con la finalidad de: (a) protegerlas contra la violencia, y (b) asegurar el sustento económico de las niñas a través de otras familias con un mejor estatus económico.
Y un último dato que resulta casi incomprensible: de acuerdo con información y cálculos provistos por Save The Children, de no haber cambios profundos en relación con el tema de los matrimonios infantiles, harán falta más de trescientos años para acabar con esta práctica.