Por Jaime Torres Gómez
Programáticamente potente ha sido la actual temporada de la Orquesta Filarmónica de Santiago, contemplando estrenos y reposiciones de obras largamente ausentes, tanto en la Filarmónica como en otras agrupaciones.
El último programa de abono, realizado en el Teatro Municipal de Santiago, el decano coliseo artístico nacional y sede de la Filarmónica, contó con la dirección de Paolo Bortolameolli, actual Director Titular Designado de este organismo, contemplándose el estreno en Chile del denominado “Anillo sin Palabras”, una suerte de suite orquestal del Anillo de los Nibelungos de Richard Wagner en una compaginación y arreglo del afamado director norteamericano Lorin Maazel.
El formato de suite orquestal de óperas es opinable según los puntos de vista, aunque eficaz para efectos de una temporada de conciertos, por mucho que pudiera incomodar a cierto segmento de operáticos ortodoxos… Así, del todo interesante el aporte musical de estupendas suites (hechas por los mismos compositores originales o bien arreglos de otros) como la del Caballero de la Rosa (R. Strauss), Lulú Suite (Alban Berg), los extractos orquestales del Wozzeck (Alban Berg), los Interludios Marinos de Peter Grimes (Benjamin Britten), la Suite de La Muerte en Venecia (Britten), la Suite de La Mujer sin Sombra (R. Strauss) el Cuadro Sinfónico de Porgy and Bess (George Gershwin), la compaginación orquestal del Pelléas y Mellisande (C. Debussy), la Suite de El Gallo de Oro (Rimsky Korsakov), la notable suite orquestal (de 44 minutos) de arias de diversas óperas puccinianas, disponible en una aclamada grabación de los años 60 del sello London (al parecer poco o nada hecha en conciertos) y la recientemente difundida Suite de Parsifal (Wagner) compaginada y grabada por Andrew Gourlay.
Si bien el Anillo sin Palabras ya se ha ofrecido en Latinoamérica, y no obstante sus propias limitaciones, su aporte musical es gravitante, recibiéndose con beneplácito su estreno (algo tardío) en Chile, y constituyendo así una buena alternativa principalmente para introducir a nuevos públicos hacia una obra capital de Richard Wagner como es la Tetralogía del Anillo de los Nibelungos, felizmente traducido en una alta convocatoria de público en los dos días de presentaciones.
Este trabajo de Maazel, concebido para ser grabado en no más de 75 minutos, que es la duración máxima que permite un compact disc, inevitablemente posee limitaciones no menores al quedar excluidos una serie de fragmentos fundamentales para una debida organicidad de la pieza. Y si bien no es el único arreglo disponible del Anillo, como la compaginación hecha por Henk de Vlieger, que incluso dura menos pero contemplando otras partes estratégicas que Maazel omite, empero, para efectos de una presentación en vivo, a futuro sería oportuno contemplar alguna propuesta que combine ambos arreglos, incluyendo, por ejemplo, el final del Oro del Rhin (entrada de los dioses al Walhalla) y muy especialmente la Música del Fuego (completa) del final de La Walkiria, lo que no sumaría más de 15 minutos de muy buena música…
Minucioso trabajo del maestro Bortolameolli junto a los filarmónicos, denotando absoluto dominio del lenguaje wagneriano y obteniendo máximo rendimiento posible de sus músicos, teniendo en cuenta el importante recambio generacional de estos últimos luego de transcurrir casi 30 años que la Filarmónica abordó la Tetralogía completa bajo una antológica dirección de Gabor Ötvös.
Grandes momentos en la Despedida de Wotan a Brunhilde (La Walkiria), como el Viaje de Sigfrido por el Rhin, la Marcha Fúnebre de Sigfrido y la Inmolación de Brunhilde (El Ocaso de los Dioses), dando cuenta de una celebrada maduración musical de la Filarmónica actual, y estando preparada para relevantes desafíos.
En suma, una presentación que validó el gran interés que sigue concitando la música de RIchard Wagner, ameritando disponer de una mayor periodicidad local de futuras producciones de óperas de este gran compositor. Inapelablemente: un verdadero Wagnerfest…
