Señor director:
Los cambios culturales son de lenta inclusión en los grupos sociales. Encargarnos de la contaminación ha tomado años, entender los beneficios de la construcción bioclimática, lo mismo. Asuntos tocantes a las relaciones humanas, quizá mucho más, como entender los derechos a la igualdad de la mujer.
Sin embargo, hay muchos asuntos en los que aún no nos implicamos, como el patrimonio edificado de las ciudades, de los barrios, en los que familias que por generaciones han permanecido allí, han creado profundos lazos de convivencia social, fraternal, familiar, de profunda significación humana entre vecinos y donde el almacén de la esquina es un punto de encuentro y de información.
En las últimas décadas se ha tomado conciencia del patrimonio, el de los grandes monumentos de la élite, no así el cotidiano, el de los ciudadanos de diferente índole. Eso ha generado reacciones de vecinos en defensa de sus barrios, como hace poco lo ha hecho el barrio Suárez Mujica, a la manera del grupo “Basta de Demoler” de Buenos Aires, o el Muelle Barón en Valparaíso o el mall de Castro en Chiloé, y conjuntos declarados como Zona Típica.
Conseguir educar respecto a ese patrimonio será una tarea que comience en los colegios, pues son los niños los más permeables a los cambios culturales, de modo de desarrollar una conciencia patrimonial sólida en las próximas décadas que genere desarrollo, pero con respeto a nuestro patrimonio.
Por Hernán Munita
Académico Escuela de Arquitectura
Universidad Central